jueves, marzo 01, 2007

La verdad sobre el secuestro de Luis Gerez

Cuando ustedes lean estas líneas, la noticia de que apareció con vida Luis Gerez va a tener olor a naftalina, a queso en mal estado; pero la bajada que hizo “El Gran Diario Argentino” me dio pie a una hipótesis que bien puede echar por tierra las certezas de los señores sabihondos de la criminología. En su edición digital, Clarín informó que “el testigo, que había sido visto por última vez el miércoles, fue hallado deambulando con el torso desnudo en Garín”.

Muy bien. Lo que realmente sucedió, siguiendo el sentido común (y la mente podrida que mis amigos/as me señalan), fue que el simpático albañil sencillamente le metió los cuernos a su esposa, se escapó con un gaterío de las más peculiares y diversas razas; mezcló un trago energizante con media damajuana y dos vasos de jugo Mocoretá de pomelo, y se entregó a la orgía con total desparpajo, sin siquiera imaginar que su “cañita al aire” iba a generar semejante revuelo. Cuando por fin pudo hilar sus pensamientos desarticulados, se vio abrazado por tres trasvertidos de rubias pelucas grasientas, un orangután en celo, dos enanos de circo y una mujer barbuda. Horrorizado y al borde del soponcio, salió corriendo del bulo con tan mala suerte que tropezó con el tercer enano -que estaba meando en un escuálido arbolito-, y dio de lleno contra una carreta desvencijada de un cartonero de Garín. Después de todo eso, ¡más bien que lo iban a encontrar deambulando con el torso desnudo! Estamos a escasas horas del Año Nuevo y nos refriegan los fantasmas del pasado. No hay derecho. Luis Gerez estaba en pedo, en-pe-do; por lo menos así lo veo yo.

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